Tres no es multitud


Hoy tuve dos invitaciones para ir al cine: una de mi novio y otra de una amiga. Como no me gusta contrariar, les dije a los dos que sì.

Al rato, como soy una ridìcula rollera me puse a pensar què le parecerìa a mi amiga venir con nosotros. E hice un flash back de mi vida, unos años atrás. Mis diàlogos internos eran: ¿pero què tengo que hacer yo con ellos, que son una pareja y yo voy ahì de miércoles, siempre en el medio? ¿Será que me invitan porque les da làstima que estè sola? ¿Y què hago al momento de pagar? Nunca me dejan pagar mi parte y a mì me da vergüenza, parece que ademàs de sacar a la solterona tienen que hacerse cargo de sus gastos..."

Estas y varias otras eran las cosas que pensaba cada vez que alguna pareja de amigos me invitaba a salir con ellos. Un horror. Un día, acuciada por mis meditaciones le preguntè a una de las samaritanas que me sacaban a pasear, còmo se sentìa de salir con mochila (yo). Pacientemente, ella me explicó que despuès de algunos años, dècadas, semestres, lo que sea, de tener una pareja estable, es divertido incorporar a otras personas a las salidas. Que era algo asì como refrescante.

Creo que tenìa razón. Y no porque la salida de a dos sea aburrida, sino porque aporta algo distinto, otro punto de vista, experiencias, etc. Digamos que la ida al cine, de la que hubo y habrà montones, al ser de a tres tiene otra dinàmica y està re bueno.

Espero que mi amiga no sea tan absurda como yo, y que no empiece con las cavilaciones. Ojalà que sea màs simple, y que venga con nosotros al cine, que lo vamos a pasar re bien. Y que no me diga que no va a poder venir porque tiene que comprarle la comida al loro (cuando las dos sabemos muy bien que NO TIENE LORO).

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