Hombres desnudos en mi casa
Un día tomaron la
costumbre de dormir desnudos, y cuando yo tenía que entrar a sus cuartos a
buscar o hacer algo, hacía un esfuerzo para desviar la vista. Con suerte,
estaban durmiendo tapados con la sábana…
Un estudio del Instituto del Sueño de EE.UU. enumeró las bondades
de dormir desnudo. Por ejemplo, que se aprovecha
el termostato natural del organismo que ayuda a regular la temperatura corporal y evita despertarse
sudoroso a la mitad de la noche. Al dormir bien mejora el carácter, se tiene menos
hambre y mayor rendimiento, se beneficia la salud genital y propicia el encuentro
sexual.
Dudo mucho de que mis hijos hayan leído la investigación;
sin embargo decidieron empezar a dormir en traje de Adán… pero sin la hoja. Esta
costumbre se les despertó a ambos cuando empezó el verano, y debe ser alguna
especie de pulsión ya que ni siquiera comparten el cuarto.
Desde adolescentes empezaron a dormir con la puerta cerrada, sobre todo para tener oscuridad y silencio tras volver de bailar de día.
Este nuevo hábito de la desnudez me empezó a provocar una
mezcla de miedo y pudor cada vez que
tengo que entrar en sus cuartos mientras duermen. ¿Para qué tengo que entrar en sus cuartos
cuando están durmiendo? La verdad es que el vestidor de mi hijo mayor tenía
unos estantes extra en la parte superior… y se lo usurpé para guardar las toallas. Antes, si necesitaba sacar
alguna toalla abría la puerta y entraba sin hacer ruido para no despertarlo. Pero todo
eso era antes.
Mi hijo menor no tiene estantes usurpables. Pero parece
ignorar la función “sleep” del televisor, y muchas veces a las 3 o 4 de la
mañana me despierto escuchando un grito de gol, la música de una publicidad o un
diálogo. Veo que por enésima vez se quedó dormido con
el televisor prendido y me levanto para entrar y apagarlo. O me levantaba… antes.
Desde que a estos grandotes peludos duermen desnudos acecha
un dragón detrás de sus puertas. Con suerte, puedo entrar y ver que están tapados,
aún cuando me esfuerce en mirar para otro lado. Pero siempre me asusta pensar
en ese día en el que me encuentre con una versión de carne y hueso de un
yacente David de Miguel Ángel, durmiendo en mi propia casa.
¿Qué es lo que temo y qué es lo que me molesta? Creo que me
preocupa violar, sin querer, su intimidad y su pudor. También comprobar que los
niños que tuve ya tienen la estampa de
un hombre, pero absolutamente asexuado. Como sea, cualquiera sea la respuesta,
tengo que hacer sin falta un lugar extra en otra parte de la casa para mis toallas.
Y cada noche, dormir con tapones en los oídos.
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